—Bitá­co­ra de vuelo—
—no te hagás el espok
y cor­ré más rápido
que nos matan
esto mar­ciano de la 19
y te van a rodar
las orejas
has­ta la zanja.
—La zan­ja. La recuerdo
toman­do sol
a oril­las de la zanja
sus pelos con abrojos
excitaban
a lo vendedore
de sandía
y su risa
hela­ba el barrio
todos la veían
le creían santa
por el bar­ro seco
que frota­ba en su pierna
y aparecía como
san­ta rita envuelta
en una nube
con su cara
col­or acero y
—seguí corriendo
que nos cagan a palo
—y te acordá del viejo
que creía ser san jorge
y yev­a­ba al matungo
a tomar agua
a la zanja
se senta­ba siempre
sobre el caño ése
que esta­ba roto
y mira­ba a la gente
y veía drag­one corría
a los pibes les quería
sacar lo dragone
de la cabeza
te acordá
—sí, eran piojo
—no, loco
eran drag­one en serio
—espok
no digá boludece
y decile a tu piba
que com­pre faso y gayetita.

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