La “lo(cura)”, Machu Pic­chu, es estar lastimado,
es ser­estar heri­do, y es la llegada
del oca­so, del miedo, de la madre.
La/cura” es la noche de lo esquizo:

un camino breve entre la taza y la
boca. La (“lo/cura”), Machu Pic­chu, son
tus calles vanas, tu cielo vaco
y los cone­jos vanos que siguen a

la luna y comen relo­jes vacíos.
(¿Es que eres, aca­so, surrealista?
[Werther está escri­bi­en­do deba­jo de la sangre.])

Y Machu Pic­chu ser­está volando
enci­ma de sí mis­mo. Machu Pic­chu icara…
con­tra las aves lóbre­gas d’Efebo.
 

8 de julio del 2012
Puer­to Rico

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