Con este artícu­lo, ini­ci­amos una serie que inten­ta refle­jar las car­ac­terís­ti­cas de la actu­al poesía argenti­na, un fenó­meno donde con­viv­en dis­tin­tas gen­era­ciones, esti­los y búsquedas estéti­cas. Esta sec­ción se refiere a los autores más recientes, y en suce­si­vas entre­gas, dare­mos cuen­ta de aque­l­los que inte­gran o inte­graron la gen­eración de los ’90, los ’80, los ’70 y los ’60.

 

En bus­ca de la poesía viva

En octubre de 2010 sal­ió de imprenta la primera edi­ción de “Si Ham­let duda le dare­mos muerte. Antología de poesía sal­va­je”, una muy par­tic­u­lar e intere­sante antología de la nue­va poesía argenti­na, bajo el sel­lo de la edi­to­r­i­al Los Libros de la Tali­ta Dora­da (librosdelatalitadorada.blogspot.com; delatalitadorada@yahoo.com.ar), den­tro de su colec­ción Los Detec­tives Sal­va­jes. El vol­u­men, que com­pi­la 52 nuevas voces, abar­ca autores naci­dos a par­tir de 1970 en diver­sas regiones del país, incluyen­do algunos que ya poseen un ter­cer poe­mario edi­ta­do y otros que todavía no alcan­zaron la edi­ción indi­vid­ual. Se tra­ta de autores jóvenes y algunos de ellos muy jóvenes, pero ya propi­etar­ios de un decir pro­pio, dota­do de car­ac­terís­ti­cas sin­gu­lares y bien recono­ci­bles. La inten­ción que se lee en la obra no es la de legit­i­mar a ultran­za, sino la de mostrar, expon­er, bási­ca­mente infor­mar al lec­tor respec­to de lo que está suce­di­en­do, aquí y aho­ra, entre las nuevas pro­mo­ciones del género.

Lejos de las cristal­iza­ciones pre­tendi­das por el canon, la prop­ues­ta de “Si Ham­let duda le dare­mos muerte”  es hac­er públi­co el movimien­to vivo y dinámi­co de la nue­va poesía argenti­na, exhibir sus con­tradic­ciones, con­quis­tas y retro­ce­sos, sus rec­ha­zos tác­i­tos y sus coin­ci­den­cias for­males y de sentido.

 

Una gen­eración de corte y síntesis

Las obras cor­re­spon­di­entes al perío­do más reciente de la poesía argenti­na pueden ser obje­to de múlti­ples lec­turas, des­de el cam­po de lo estric­ta­mente lit­er­ario, lo social, lo políti­co, etc., porque su riqueza polisémi­ca abastece esas miradas de abun­dantes ele­men­tos de juicio. En tren de ele­gir un enfoque es posi­ble destacar la var­iedad de poéti­cas en juego, la inten­ción de corte con lo for­mu­la­do y abun­dan­te­mente pub­lic­i­ta­do que dejó la gen­eración de los ´90. Este corte con lo ante­ri­or no se desar­rol­la de un modo pasi­vo, lim­i­ta­do a dejar de lado la prop­ues­ta de la gen­eración prece­dente; este corte se expre­sa a través de un sín­te­sis nue­va de ele­men­tos ya pre­sentes en las gen­era­ciones ante­ri­ores de la poesía argenti­na, que atrav­es­aron por estos aspec­tos de un modo difer­ente al que prac­ti­can los autores cor­re­spon­di­entes a la gen­eración 2000, pero dejaron su impronta en la tradi­ción del género. Como lo expresó acabada­mente César Valle­jo: “No hay dios / ni hijo de dios / sin desar­rol­lo”, y nada nace de la nada. Lo que sí inno­va y lo hace con fuerza fácil­mente recono­ci­ble, es la tarea de sín­te­sis de esos ya cono­ci­dos ele­men­tos y éste es uno de los aportes fun­da­men­tales de estos autores. El retorno de lo social es evi­dente en la may­oría de ellos, como lo era en la gen­eración de los ’60 en Argenti­na; se pre­sen­tan como una suerte de “gen­eración bis­agra”, del mis­mo modo que la de los ’70, que rompió con lo ante­ri­or y amplió el pun­to de mira de la poesía nacional: es una gen­eración que se proyec­ta hacia el futuro y no hay duda de que muchos de los poet­as del 2000 desar­rol­larán las poéti­cas más intere­santes de las décadas sigu­ientes. Por otra parte, com­parten con la gen­eración de los ’80 dos aspec­tos fun­da­men­tales, el primero de índole gen­er­al y el segun­do de tipo más par­tic­u­lar­iza­do, más pro­pio de un seg­men­to de la gen­eración de los ‘80. El primero de estos aspec­tos, el gen­er­al, es la diver­si­dad de temáti­cas y tratamien­tos de la mate­ria poéti­ca, algo que tam­bién car­ac­ter­izó a los autores de aque­l­los años, quienes incur­sion­aron en los más dis­ímiles uni­ver­sos en bus­ca del conocimien­to y el reconocimien­to de lo poéti­co, sin lim­i­tarse a lo estric­ta­mente lit­er­ario. El segun­do aspec­to, el más par­tic­u­lar, rela­ciona a los autores de la gen­eración 2000 con el seg­men­to de la gen­eración de los ’80 que se entregó a búsquedas estéti­cas indi­vid­uales, lejos de los muy pub­lic­i­ta­dos (en su tiem­po, nat­u­ral­mente) “ismos”, bar­ri­cadas estéti­cas que pre­tendieron pre­dom­i­nar en la déca­da, tales como el neo­bar­ro­co y el neob­je­tivis­mo. Aquel seg­men­to de la gen­eración de los ’80, ni neo­bar­ro­co ni neob­je­tivista, lla­ma­do “el de los inde­pen­di­entes” por críti­cos como Daniel Fara y Ale­jan­dro Elis­sagaray, entre otros, era, por otra parte, el may­ori­tario, detalle que inten­cionada­mente han ocul­ta­do con per­ti­na­cia la may­oría de las pub­li­ca­ciones que se han ocu­pa­do del perío­do, obe­de­cien­do a los intere­ses de los sec­tores que las impul­san y sostienen. La his­to­ria del género hoy les devuelve, en esta sín­te­sis oper­a­da por la nue­va y pujante poesía nacional, la retorno inocultable de  esa acti­tud de una búsque­da indi­vid­ual, no “ísmi­ca”, de las poéti­cas per­son­ales, efec­ti­va­mente com­pro­b­a­ble en estos nuevos autores de los que nos ocu­pamos aquí. No se pre­sen­tan como una gen­eración en la que pre­dom­i­na tal o cual forza­da ban­dería estéti­ca, cuan­do sería tan fácil bus­car un “neo” que los agru­para y que le sirviera a cier­ta críti­ca para definir­los y encuadrar­los bajo una eti­que­ta, el paso pre­vio a las cristal­iza­ciones que pare­cen ser de rig­or. En lugar de ello, eli­gen la diver­si­dad y la inde­pen­den­cia que sólo brin­dan las búsquedas par­tic­u­lares, menos espec­tac­u­lares para el show mediáti­co que todavía pro­tag­on­i­zan algunos de sus ante­cesores, pero sin duda algu­na un camino más hon­esto y más pro­pio de la autén­ti­ca poesía argenti­na que la tarea de los lob­bies culturales.

A con­tin­uación, una breve selec­ción de los autores cor­re­spon­di­entes a la gen­eración que nos ocu­pa (el autor agradece a la edi­to­r­i­al Los Libros de la Tali­ta Dora­da el mate­r­i­al aquí presentado).

image_pdfimage_print